El debate sobre la primera comida del día no se limita solo a una preferencia alimenticia. Los especialistas de la salud también se unieron a la discusión recurrente en las mesas: ¿es mejor un desayuno dulce o uno salado? 

Tu cuerpo te lo va a agradecer: el superdesayuno que potencia la absorción de nutrientes

Durante años, escuchamos consejos contradictorios, y lo cierto es que la ciencia no tiene una respuesta única y consensuada, ya que advierten que la decisión ideal depende de las necesidades, la salud y los hábitos de cada persona. Sin embargo, un reciente análisis de la doctora en Salud Pública Ikram Benazizi Dahbi, publicado en el diario El País, nos ofrece claves valiosas para tomar la mejor elección y sentirnos plenos.

Los beneficios de un desayuno salado

Si pensamos en un desayuno salado como una opción rica en proteínas, por ejemplo, con huevos o palta, existen investigaciones que respaldan sus beneficios, especialmente para el control del peso. La clave está en la mayor sensación de saciedad que provoca, gracias a su efecto sobre la hormona colecistoquinina. Esta incidencia nos hace sentirnos satisfechos por más tiempo, lo que ayuda a evitar ese molesto "picoteo constante" que a menudo nos lleva a consumir calorías vacías.

Además, un desayuno salado bien compuesto, con alimentos saludables como tortilla de huevo con espinacas o tostada de pan integral con palta, contribuye a mantener niveles de glucosa e insulina más estables, algo muy valioso para quienes controlan su peso o buscan prevenir o manejar enfermedades metabólicas como la diabetes.

Pero no todo lo salado es automáticamente saludable. Es fundamental ser cuidadosos con el contenido de sodio de las comidas. Un desayuno salado puede ser perjudicial si incluye alimentos ultraprocesados como embutidos o quesos procesados, debido a sus altos niveles de sal y grasas saturadas, que pueden afectar negativamente la salud cardiovascular y otros aspectos del bienestar. La clave, según los expertos, es buscar una comida lo más equilibrada posible, que aporte todos los macronutrientes y micronutrientes necesarios después de haber estado varias horas de ayuno durante la noche.

Lo dulce sí, pero con moderación

Y si sos de los que prefieren el dulce, no todo está perdido. No hay por qué "demonizar" esta opción, siempre que evitemos la bollería industrial y los azúcares simples, que generan picos de insulina seguidos de caídas bruscas, resultando en fatiga y sensación de hambre temprana. Un desayuno dulce puede ser muy saludable si incorpora carbohidratos complejos como tostadas integrales, avena o crema de maní (una excelente fuente de proteínas y grasas saludables), complementado con frutas y semillas de chía. Esta combinación no solo proporciona energía rápida para iniciar la jornada, sino que también es ideal para personas que realizan ejercicio intenso o que necesitan un buen rendimiento en tareas cognitivas.

¿Cuál es la clave de un desayuno saludable?

No existe una opción definitiva. "Para unas personas puede ser bueno un desayuno salado y para otras, uno dulce", afirma la doctora Ikram Benazizi Dahbi. Lo fundamental es evitar los ultraprocesados, optando siempre por ingredientes frescos y de temporada. Incorporar pan integral o yogur con frutas son excelentes alternativas para ambos bandos.

La clave reside en la variedad y en equilibrar nuestra alimentación a lo largo de todo el día, no solo en la primera comida. Así, el desayuno se convierte en un aliado fundamental para nuestra salud y bienestar, sin necesidad de sentir culpa ni sacrificios. Es como si el desayuno fuera el director de orquesta de nuestro día: puede marcar un ritmo enérgico y constante, o uno lleno de altibajos, todo depende de cómo elijamos dirigir nuestra primera sinfonía alimentaria.